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Bien interés cultural –  Resolución de 31 de marzo de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, para la incoación del expediente de declaración como bien de interés cultural, en la categoría de bien mueble individual, de la pintura La flagelación de Cristo realizada por Angelino Medoro
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 23 DE ABRIL DE 2025

B.O.C.M. Núm. 96

farol apagado. El primero se apoya en un pedestal, en cuya base se encuentra la firma del
autor: “MEDORVS ANGELINVS/ROMANVS. FACIEBAT. A. D. 1586”.
En tercer plano, dos figuras masculinas entradas en años, una de ellas con barba, parece que hablan entre sí. En la mano de una de ellas, una candela roja. Más arriba, entre los espacios inter columnarios, un tercer personaje parece intentar participar en la conversación.
Todo queda enmarcado por una monumental arquitectura clásica de interior, de grandes bóvedas de cañón y altas y robustas columnas marmóreas. Destacan, por su carácter decorativo, el pedestal, minuciosamente tallado con motivos de grutescos, y las macizas y
grandiosas esculturas, que muestran un claro interés por el movimiento y una amplia concesión al desnudo, propios de la estatuaria helenística.
Se trata de una obra de importante calidad artística y técnica. Fue realizada en Sevilla
en 1586, cuando Angelino Medoro contaba 19 años de edad, antes de embarcarse hacia
América. En ella se evidencian ya sus importantes cualidades. Destaca la alta calidad del
dibujo y de la perspectiva y la alegría del colorido; no en vano es considerado uno de los
mejores coloristas de su tiempo. No obstante, adolece de cierta incapacidad de resolución,
no hay que olvidar que es una obra de juventud. Sus formas plásticas son miguelangelescas, ahora bien, estereotipando y amanerando el estilo del maestro. Las figuras son fuertes,
de anatomía bien definida, grandes cabezas con ojos diminutos y nariz picuda; muestran actitudes irreales, posturas difíciles, de complicados ademanes, sometidas a un movimiento
compositivo rígido y grandilocuente que denota una puntual falta de habilidad para resolver escorzos.
La obra se adscribe al Manierismo en su dirección romanista-miguelangelesca, tanto
por la temática como por el sentido de la composición,
Representa la escena evangélica de la flagelación de Cristo, que transcurre en el centro del poder romano, el Pretorio de Jerusalén, dirigido por Poncio Pilatos; este tema iconográfico fue muy frecuente en el arte cristiano dentro del ciclo de la Pasión y fue de especial interés para los pintores del Manierismo. La flagelación ofrecía la posibilidad de
representar cuerpos desnudos en diferentes posturas y movimientos de calado anticlásico y
teatral; también el marco arquitectónico, de tipo clasicista, era propio del repertorio manejado por los tratadistas y artistas de la época.
La influencia de la estética manierista se aprecia en diversos elementos de La flagelación de Cristo de Medoro. La obra muestra una interesante búsqueda de contrastes, con el
fin de provocar tensión en el espectador, lo que se aprecia claramente en la actitud serena
de Cristo frente a la ira que expresan sus verdugos. Se da un gran valor a la anatomía, que
se intenta resaltar al máximo, dando mayor importancia al uso del desnudo que al de la indumentaria. Hay una clara inspiración en la Roma antigua, que se refleja en la vestimenta
y la arquitectura. El pluritematismo, otro rasgo propio de la estética manierista, también
está presente en la obra.
Destaca en esta pintura el uso de la luz, que se reparte caprichosamente a través de zonas de fuertes contrastes. Se intensifica en las figuras del primer plano, especialmente en
Cristo, con abundantes toques lumínicos por todo el cuerpo desnudo. El fondo oscuro es
iluminado por la luz de la antorcha, que también incide en las columnas y en la cara, brazo
y coraza del soldado que la porta.
Por su parte, el color tiene un efecto decorativo, más que plástico. Hay que resaltar la
nota de contraste entre los tonos destellantes (rojos, amarillos y verdes) localizados en las
telas que visten algunas figuras, y el predominio de la gama de tonos fríos y opacos que se
extiende por la mayoría de la composición, especialmente por la arquitectura.
Todo está tratado con el gusto refinado que caracteriza a los artistas del Manierismo:
desde la firma del artista, trazada en elegantes letras capitales romanas, hasta el detalle en
la vestimenta, pasando por la decoración arquitectónica.
De todo ello se deduce la formación artística del pintor, en la Roma del último tercio del
siglo XVI, aunque sus principales biógrafos no tengan noticias concretas al respecto. Su dirección, dentro de esta corriente artística del Manierismo, es la de un seguidor de Miguel Ángel.
La obra está suficientemente documentada. Procede de importantes colecciones privadas; se cita en bibliografía especializada y participó en la exposición Velázquez y Sevilla,
organizada por el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, en 1999.
B) Estado de Conservación del bien y criterios básicos
por los que deberán regirse las futuras intervenciones
Su estado de conservación es regular, constatado en examen realizado mediante observación visual organoléptica, sin ayuda de material técnico específico. La obra se encuentra

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