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Bien interés cultural – Resolución de 31 de marzo de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, para la incoación del expediente de declaración como bien de interés cultural, en la categoría de bien mueble individual, de la pintura La flagelación de Cristo realizada por Angelino Medoro
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B.O.C.M. Núm. 96
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 23 DE ABRIL DE 2025
representativas del Manierismo y el Renacimiento en la América española. Su primera obra
americana fue la Virgen de la Antigua (1587), realizada para la capilla de los Hernández de
Roa de la iglesia de Santo Domingo de Bogotá. A ésta siguieron muchas otras, desarrollando una actividad muy intensa. Entre otros trabajos realizó varios lienzos para la capilla de
los Mancipe, en la catedral de Tunja.
En 1592 realizó sendos encargos para el convento de Santo Domingo y la iglesia de la
Concepción de Quito. Otros lienzos del artista se hallan en Cali, Sucre, Chuquisaca y Santiago de Chile, siguiendo un itinerario parecido al de aquel que siguieron algunas obras de
Bitti y Pérez de Alesio. La existencia de lienzos de Medoro en estas ciudades no implica
necesariamente que el autor residiera en ellas.
En 1599 llega a Lima, capital del Virreinato de Perú, atraído por su esplendor y por el
éxito alcanzado por Bernardo Bitti y Mateo Pérez de Alesio, que, por entonces, se hallaban
activos aquí. Su estancia en la ciudad, hasta 1620, significó la culminación de su actividad
artística en América. Allí dirigió un importante obrador, que terminaría expandiéndose hacia el sur, y tuvo un aprendiz, el indio cuzqueño Pedro de Loayza, al que contrató en 1604;
tanta actividad le permitió llevar una vida acomodada (según consta en documentación tenía tres esclavos, joyas, plata, mantenía una casa grande, etc.).
Recién llegado a Lima se vinculó rápidamente con la Orden de los padres Mercedarios. Con ellos firma, en 1600, el contrato de su primera obra limeña, una pintura “de la Santísima Trinidad y de Nuestra Señora de las Mercedes” que rubrica como “Medoro Angelino romano pintor”. En 1606 trabaja en varios lienzos para la Capilla de las Ánimas de la
catedral, cobrando una cifra muy elevada.
En 1617 fallece la santa Rosa de Lima, gran amiga del pintor; de ella se conserva un
retrato que se considera, según la tradición, realizado por Medoro sobre un boceto sacado
de su cadáver de cuerpo presente. Sus últimas obras en Lima son una “Sagrada Familia”,
pintada para los dominicos, y una “Santa Bárbara” pintada para los franciscanos.
Hacia 1620 debió dirigirse a Potosí y a Yotala, ambas en Bolivia; allí se han encontrado, respectivamente, una pintura, Cristo con santo Domingo y san Francisco y una escultura, un Crucificado, con la firma de Medoro. No se descarta que las enviara desde Lima.
Poco después regresó a España. Así lo constata el hallazgo en Sevilla, en el año 2005,
en colección privada sevillana, de una nueva obra del artista, una Sagrada Familia con san
Juan Bautista y santo Domingo; firmada y fechada en 1622, presumiblemente fue pintada
ya en la ciudad. Hoy forma parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
En 1627 se vio obligado a examinarse en el arte de la pintura ante un tribunal presidido por Alonso Cano, Lucas de Esquivel, Lázaro Pantoja y Francisco Varela. Este examen,
más que una “humillación”, como se ha opinado, debe ser entendido como un formalismo
burocrático, pues en su primera estancia en la ciudad no debió haberlo realizado.
De ese mismo año es el dibujo una Figura de mujer, probablemente una Sibila, en colección madrileña que también guarda el dibujo Adoración de los Reyes Magos, sin fechar,
pero de fecha de ejecución próxima. En el año 2012 Alcalá Subastas puso a la venta una nueva pintura del artista, El arcángel san Miguel venciendo al demonio con marco fingido, óleo
sobre lienzo, firmado “Angelinus Medorus” y fechado en 1621 o 1627. Las cuatro obras referidas son las únicas conocidas del artista en su segunda etapa sevillana. Medoro seguía trabajando y fue la seguridad de poder hacerlo en España lo que le indujo a dejar las Indias, después de muchos años de residencia activa. Sus últimos años fueron de visible bonanza y
meritoria actividad, manteniendo una gran calidad artística en las obras que realizara en esta
última etapa sevillana.
En Sevilla muere, en diciembre de 1633, siendo enterrado en la Parroquia de San Vicente de la capital hispalense.
El lienzo La flagelación de Cristo es la única obra que se conoce de Medoro, tanto en
España como en Europa, firmada y fechada por el artista con anterioridad a su paso hacia
América. En ella se representa la escena bíblica, tan del gusto de los artistas manieristas.
En primer plano se sitúa la figura de Jesús rodeado de tres sayones, todos de pie. Jesús
está de frente, el cuerpo levemente contorsionado con movimiento serpenteante, la cabeza
alzada y girada hacia su izquierda, mirando hacia el infinito en actitud serena, cubierto únicamente con el paño de pureza. Los verdugos, también semidesnudos, alzan los brazos sujetando con sus dos manos las correas con las que azotan a Jesucristo. La expresión crispada en sus rostros y sus gestos se nos muestran teatrales y grandilocuentes.
Detrás de este grupo, ajenos a la escena anterior, se sitúan dos soldados romanos con
sus respectivas corazas y cascos. Uno erguido, vigoroso y enérgico eleva una antorcha con
su brazo derecho; el otro, en un movimiento difícil y esforzado, contorsiona su cuerpo hacia atrás, al tiempo que mira con sorpresa a su compañero; con su mano izquierda sujeta un
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BOCM-20250423-49
BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 23 DE ABRIL DE 2025
representativas del Manierismo y el Renacimiento en la América española. Su primera obra
americana fue la Virgen de la Antigua (1587), realizada para la capilla de los Hernández de
Roa de la iglesia de Santo Domingo de Bogotá. A ésta siguieron muchas otras, desarrollando una actividad muy intensa. Entre otros trabajos realizó varios lienzos para la capilla de
los Mancipe, en la catedral de Tunja.
En 1592 realizó sendos encargos para el convento de Santo Domingo y la iglesia de la
Concepción de Quito. Otros lienzos del artista se hallan en Cali, Sucre, Chuquisaca y Santiago de Chile, siguiendo un itinerario parecido al de aquel que siguieron algunas obras de
Bitti y Pérez de Alesio. La existencia de lienzos de Medoro en estas ciudades no implica
necesariamente que el autor residiera en ellas.
En 1599 llega a Lima, capital del Virreinato de Perú, atraído por su esplendor y por el
éxito alcanzado por Bernardo Bitti y Mateo Pérez de Alesio, que, por entonces, se hallaban
activos aquí. Su estancia en la ciudad, hasta 1620, significó la culminación de su actividad
artística en América. Allí dirigió un importante obrador, que terminaría expandiéndose hacia el sur, y tuvo un aprendiz, el indio cuzqueño Pedro de Loayza, al que contrató en 1604;
tanta actividad le permitió llevar una vida acomodada (según consta en documentación tenía tres esclavos, joyas, plata, mantenía una casa grande, etc.).
Recién llegado a Lima se vinculó rápidamente con la Orden de los padres Mercedarios. Con ellos firma, en 1600, el contrato de su primera obra limeña, una pintura “de la Santísima Trinidad y de Nuestra Señora de las Mercedes” que rubrica como “Medoro Angelino romano pintor”. En 1606 trabaja en varios lienzos para la Capilla de las Ánimas de la
catedral, cobrando una cifra muy elevada.
En 1617 fallece la santa Rosa de Lima, gran amiga del pintor; de ella se conserva un
retrato que se considera, según la tradición, realizado por Medoro sobre un boceto sacado
de su cadáver de cuerpo presente. Sus últimas obras en Lima son una “Sagrada Familia”,
pintada para los dominicos, y una “Santa Bárbara” pintada para los franciscanos.
Hacia 1620 debió dirigirse a Potosí y a Yotala, ambas en Bolivia; allí se han encontrado, respectivamente, una pintura, Cristo con santo Domingo y san Francisco y una escultura, un Crucificado, con la firma de Medoro. No se descarta que las enviara desde Lima.
Poco después regresó a España. Así lo constata el hallazgo en Sevilla, en el año 2005,
en colección privada sevillana, de una nueva obra del artista, una Sagrada Familia con san
Juan Bautista y santo Domingo; firmada y fechada en 1622, presumiblemente fue pintada
ya en la ciudad. Hoy forma parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
En 1627 se vio obligado a examinarse en el arte de la pintura ante un tribunal presidido por Alonso Cano, Lucas de Esquivel, Lázaro Pantoja y Francisco Varela. Este examen,
más que una “humillación”, como se ha opinado, debe ser entendido como un formalismo
burocrático, pues en su primera estancia en la ciudad no debió haberlo realizado.
De ese mismo año es el dibujo una Figura de mujer, probablemente una Sibila, en colección madrileña que también guarda el dibujo Adoración de los Reyes Magos, sin fechar,
pero de fecha de ejecución próxima. En el año 2012 Alcalá Subastas puso a la venta una nueva pintura del artista, El arcángel san Miguel venciendo al demonio con marco fingido, óleo
sobre lienzo, firmado “Angelinus Medorus” y fechado en 1621 o 1627. Las cuatro obras referidas son las únicas conocidas del artista en su segunda etapa sevillana. Medoro seguía trabajando y fue la seguridad de poder hacerlo en España lo que le indujo a dejar las Indias, después de muchos años de residencia activa. Sus últimos años fueron de visible bonanza y
meritoria actividad, manteniendo una gran calidad artística en las obras que realizara en esta
última etapa sevillana.
En Sevilla muere, en diciembre de 1633, siendo enterrado en la Parroquia de San Vicente de la capital hispalense.
El lienzo La flagelación de Cristo es la única obra que se conoce de Medoro, tanto en
España como en Europa, firmada y fechada por el artista con anterioridad a su paso hacia
América. En ella se representa la escena bíblica, tan del gusto de los artistas manieristas.
En primer plano se sitúa la figura de Jesús rodeado de tres sayones, todos de pie. Jesús
está de frente, el cuerpo levemente contorsionado con movimiento serpenteante, la cabeza
alzada y girada hacia su izquierda, mirando hacia el infinito en actitud serena, cubierto únicamente con el paño de pureza. Los verdugos, también semidesnudos, alzan los brazos sujetando con sus dos manos las correas con las que azotan a Jesucristo. La expresión crispada en sus rostros y sus gestos se nos muestran teatrales y grandilocuentes.
Detrás de este grupo, ajenos a la escena anterior, se sitúan dos soldados romanos con
sus respectivas corazas y cascos. Uno erguido, vigoroso y enérgico eleva una antorcha con
su brazo derecho; el otro, en un movimiento difícil y esforzado, contorsiona su cuerpo hacia atrás, al tiempo que mira con sorpresa a su compañero; con su mano izquierda sujeta un
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